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EXPOSICIÓN

KATA

MAR DE DIOS

...the story of the bricklayer who painstakingly lifts a ceramic brick onto the roof of a house. Planck was impressed by the fact that often the effort made was not lost; it remained stored for many years, undiminished, latent in the ceramic block, until one fine day the brick could break off, fall on the head of a passer-by and kill him.

Aldo Rossi, architect, in his book Autobiographia Scientifica, referring to Max Planck, physicist, in his book of the same name Autobiographia Scientifica.

This power of storing energy (lethal kinetic in this case) that a ceramic object has is in the very essence of fired clay as a technological delicacy and storehouse of data and memories.

Mar de Dios's exhibition at the Aldama Fabre gallery is a vindication of the complexity and richness of ceramics as a material, as a presence and as a language. The technique necessary to fire the clay to the exact degrees for the exact time and the introspection that such a delicately handcrafted process brings back memories that, like Sushi, Karate or Japanese earthquakes, have a solid echo full of nuances in the sincerity of their simplicity.
This is the resonance of the concave and the convex, of what is organic and what is still life, of what is design and what is art. At this crossroads between things that are and things that are not, the works of Mar de Dios gather in the sphere of the organic and the still life.
the domestic sphere of the object what each one of us had inside and that bounces back to us from each piece. Each clay sculpture brings back to us flavours and memories of what has happened to us and what has not happened to us, through the manual skill of working the clay: by addition, negation, penetration and movement.

In the world of Japanese karate, as in Chinese kung fu, a KATA is performed in the air with such slow and controlled movements that if someone looks and looks away again, they will not notice any movement. The karateka does not pursue fighting but a recurring personal ambition: perfection.

The objects, always imperfect, this time take over the interior space of the gallery, like a gong sound resonating both within the concave exterior and the convex interior. Each of the pieces takes its own space and tensions it, from the ground, from the floor, replicating a non-existent movement, like a KATA that does not end, like a reminder that this was enough.

Juan Sádaba
25 / 05 / 2021

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…el relato del albañil que levanta con gran esfuerzo un ladrillo cerámico hasta el tejado de una casa. A Planck le impresionó el hecho de que a menudo el esfuerzo realizado no se perdía; se quedaba almacenado durante muchos años, sin que disminuyera, latente en el bloque de cerámica, hasta que un buen día podía ocurrir que el ladrillo se desprendiera, cayera sobre la cabeza de un transeúnte y lo matara.

Aldo Rossi, arquitecto, en su libro Autobiografía Científica, referenciando a Max Planck, físico, en su libro homónimo Autobiografía Científica.

Este poder de almacenamiento de energía (cinética letal en este caso) que tiene un objeto cerámico está en la propia esencia del barro cocido como exquisitez tecnológica y almacén de datos y recuerdos.

La exposición de Mar de Dios en la sala Aldama Fabre es una reivindicación de la complejidad y riqueza de la cerámica como material, como presencia y como lenguaje. La técnica necesaria para cocer el barro a los grados exactos durante el tiempo exacto y el ensimismamiento que un proceso tan delicadamente artesanal nos trae recuerdos que, como el Sushi, el Karate o los terremotos japoneses, tienen un eco sólido y lleno de matices en la sinceridad de su sencillez.
Por ahí van los tiros, por el resonar de lo cóncavo y lo convexo, de lo que es orgánico y lo que es naturaleza muerta, por lo que es diseño y lo que es arte. En este punto de cruce entre cosas que son y que no son, las obras de Mar de Dios recogen en el ámbito doméstico del objeto lo que cada uno tenía dentro y que nos rebota desde cada pieza. Cada escultura de barro nos devuelve sabores y recuerdos de lo que nos ha pasado y de lo que no nos ha pasado, con la sola habilidad manual del trabajo del barro: por adición, negación, penetración y movimiento.

En el mundo del karate japonés, como en el kung fu chino, una KATA se realiza al aire con unos movimientos tan pausados y controlados que si alguien mira y quita la mirada de nuevo, no apreciará movimiento. El karateka no persigue pelear sino una ambición personal recurrente: la perfección.

Los objetos, imperfectos siempre, toman esta vez el espacio interior de la galería, como un sonido de gong resonando tanto dentro de lo cóncavo exterior, como de lo convexo interior. Cada una de las piezas toma su propio espacio y lo tensiona, desde la tierra, desde el suelo, replicando un movimiento inexistente, como una KATA que no termina, como un recuerdo de que con esto era suficiente.

Juan Sádaba
25 / 05 / 2021